El bucólico paisaje del País Vasco francés, de prados verdes, ovejas y casas blancas con entramados rojos, verdes o azules oscuros, es todo un libro abierto de historia.
Nuestra experiencia en Iparralde (así se le llama a la parte norte del País Vasco, ubicada en Francia) empezará en Sara: un precioso pueblo de interior cuyo campanario recuerda con un texto en euskera el paso de la vida a cada hora que marca el reloj. Un mensaje de apremio a huir de la pereza y a aprovechar el tiempo. Y eso es lo que haremos.
Este, además, es el tema del libro Geroko gero de Axular, miembro de la Escuela de Sara: un movimiento literario que contribuyó en el siglo XVII al florecimiento de la cultura vasca. Aquellos escritores eran sacerdotes católicos, cuya sede era la iglesia de las imágenes superiores. Escribían en euskera como forma de mantener al pueblo de su lado ante la amenaza del Protestantismo.
Esa guerra de religiones fue cuestión de Estado, ya que Luis XIV, rey absolutista francés que dijo “el Estado soy yo”, impuso un yugo católico al país. Luis XIV se casó en la localidad vasco francesa de San Juan de Luz con la infanta española María Teresa, uniendo así a las dos principales monarquías católicas de Europa en uno de los matrimonios políticos más importantes de la historia.
Visitaremos la bonita iglesia donde se produjo el matrimonio real. Allí nos llamarán la atención principalmente dos cosas: la galería de madera que se extiende a lo largo de las paredes del templo y el barco que cuelga del techo. La primera es una balconada típica de las iglesias del País Vasco francés, donde se colocaban los hombres para oír misa, mientras las mujeres se quedaban en la planta baja.
El barco de la iglesia de San Juan Bautista nos habla de la importancia de la actividad marítima de este pueblo. No solo por la pesca, sino también porque fue base de los corsarios vascos que saqueaban a los enemigos de Francia con patente del rey. En recuerdo de aquella época, aquí los vemos en esta iglesia celebrando su fiesta anual. El siglo XVII fue la época de oro de San Juan de Luz y aún hoy se aprecian a pie de calle reminiscencias de aquel pasado de bonanza.
Por supuesto, pararemos a disfrutar de la gastronomía local, especialmente vinculada a la mar con platos como el ttoro, una típica sopa de pescado. Y para acompañar al café probaremos dos cosas: un gâteau basque, el popular pastel vasco del País Vasco francés, y unos macarons. Estos dulces con forma de hamburguesita son originarios de San Juan de Luz, pero se han convertido en uno de los máximos representantes de la pastelería francesa desde que los prestigió el repostero Monsieur Adam con motivo de la boda entre la infanta María Teresa y Luis XIV. El regreso por la impresionante carretera de la costa nos devolverá al presente, después de este intenso viaje por el siglo XVII.